14 de junio de 2010

Parashat Jukat

"Bendito es el hombre que confía en H'", y no en los hombres...


Al comentar en esta parashá el problema de la falta de agua que sufrió la generación del Desierto en su camino hacia Israel, aprovecharemos para analizar nuevamente aristas de la personalidad de Moshé el profeta, como líder. Es sabido que su personalidad es tomada como ejemplo del líder carismático, en casi todos los cursos de liderazgo. Nosotros nos oponemos a esa definición.

¿Cuál es la razón por la que el pueblo de Israel pasó por un estado colectivo de sed? Si vemos los versículos "Y llegaron los hijos de Israel, toda la congregación, al desierto de Zin, en el mes primero, y el pueblo se asentó en Cadesh; y allí murió Miriam, y fue allí sepultada. Y como no hubiese agua para la congregación, se juntaron contra Moshé y Aharón…". (Bemidbar 20:1-3), allí Rashí con su característica claridad, nos enseña que durante todos los 40 años hubo agua gracias a Miriam, pero, recién con su muerte las personas tomaron conciencia de su grandeza.

Así cuando Miriam fallece, el pueblo recién toma consciencia de su grandeza. Porque les urgía recibir agua, corrieron a buscar a Moshé y a Aharón que estaban sentados shivá por su hermana. "-El Santo Bendito les dijo (a Moshé y a Aharón) que por causa de su duelo el pueblo morirá de sed, y entonces tomaron el palo y dieron de beber a toda la comunidad"-, también dice, (el midrash en otra interpretación) que la fuente que acompañaba al pueblo dejó de dar agua cuando Miriam falleció para que todos conozcan hasta donde era una mujer justa, y recién muchos se lamentaron por no haber reconocido sus méritos en vida… Moshé no entendía que hacía toda esa gente allí,… Aharón reconoció que el grupo que vino a interrumpir su shivá no venía por buenas razones, porque las autoridades no estaban acompañándoles. Moshé y Aharón huyen rumbo al Ohel Mohed, como cuando hay una revuelta y los ministros corren rumbo al palacio presidencial a buscar refugio, pero El Santo Bendito le dijo a los servidores públicos, salgan rápidamente de allí, ¿Mis hijos mueren de sed, y ustedes se quedan sentados y elaboran el duelo por una anciana?". (Ver Ialkut Shimoni, Jukat, 763).

Como cuando una persona anónima falleció en un pueblo alejado, los habitantes se enojaron con el sastre que todos los viernes les llevaba comida y vino a todos los necesitados, pero, ese día, el del sepelio del desconocido, no alcanzó a llegar y nadie supo la causa. Los más atrevidos llegaron corriendo a la casa del costurero y le reclamaron su falta. El buen hombre les dijo ¿Acaso pensaron que de mis escasos ingresos pude haberles llevado los obsequios? – No. Había aquí una persona que ninguno de ustedes conoció, que me daba el dinero para las compras, y ahora falleció y ya no tengo manera de darles nada.

Con las muertes de Miriam y de Aharón y la elección de Eleazar hijo de Aharón como cohen gadol, Jukat marca el comienzo de un cambio generacional en la conducción del pueblo que salió de Egipto. Mientras que relata este cambio, la parashá también nos permite comprobar el grado de eficacia del liderato.

En Merivá la gente se rebela contra Moshé y Aharón porque carece de agua. En este episodio bien conocido, D-os le dice a Moshé que hable a la roca para que produzca agua, pero Moshé la golpea…"Toma la vara y reúne la congregación, tú y Aharón tu hermano, y hablen a la peña en ojos de ellos; y ella dará su agua, y les sacarás aguas de la roca, y darás de beber a la congregación, y a sus bestias. Entonces Moshé tomó la vara de delante de H', como él le mandó. Y juntaron Moshé y Aharón la congregación delante de la peña, y les dijo: Oigan ahora, rebeldes: ¿les hemos de hacer salir aguas de esta peña? Entonces alzó Moshé su mano, y golpeó la peña con su vara dos veces: y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias. Y H' dijo a Moshé y a Aharón: Por cuanto no creyeron en mí, para santificarme en ojos de los hijos de Israel, por tanto, no introducirán a esta congregación en la tierra que les he dado. Estas son las aguas de la rencilla, por las cuales contendieron los hijos de Israel con H', y él se santificó en ellos". (Bemidbar 20:7-11).

Porque Moshé y Aharón "no creyeron" y por lo tanto no santificaron a D-os no conducirán a Israel a la tierra prometida.

Moshé había conducido a israelitas fuera de Egipto y a Sinaí. Él había construido una estructura del gobierno y había conducido a gente con éxito en batalla. ¿Tan grande fue su falta porque golpeó una roca? Es obvio que esa no fue la causa del castigo. Por esa acción, el pueblo no santificó a H' y como nos dice el midrash, Moshé no estuvo en el lugar y en el momento necesarios para satisfacer las necesidades de ese pueblo. Quizás detrás de todo haya algo más.

La gente pudo haber visto a Moshé como a un D-os y cuando tenía necesidades se dirigía a él, no importándole en qué circunstancias se podría encontrar, ni siquiera respetaron su duelo. Moshé se había convertido en un líder del que su pueblo dependía. No es ese un modelo de liderazgo correcto. El pueblo necesitaba de libertad y de distancia también de él. Moshé tuvo cuarenta años para enseñar la disciplina y la responsabilidad requerida para preservar a la nación, pero hubo algo que se lo impidió, quizás en su propia personalidad. La generación no podía llegar a santificar a D-os porque estaba convencida que Moshé resolvería todo. Él y su hermano eran vistos como intermediarios de la divinidad. Como todopoderosos.

H' no castiga a Moshé y a Aharón por la exhibición de la cólera de Moshé y de su frustración en Merivá, sino por algo más profundo, tanto así que casi no debe verse como castigo a la persona sino al modelo de liderazgo que ejerció. No es como cuando nos enseñaron esta historia en el Kinder y que repetimos muchas veces sin meditar en su profundidad. Haber golpeado a la piedra en lugar de hablarle fue una muestra que algo venía mal desde antes.

El desafío de la conducción no es sólo presentar su visión y dirigir. Debe consolidar a otros líderes, debe compartir responsabilidad, disciplina y confianza, debe dejar espacio a cada miembro de la comunidad para convertirse en un procurador de sus necesidades y un testigo valeroso e independiente de la santidad de D-os.

El futuro judío requiere la confianza del líder en la capacidad de cada judío de tomar su responsabilidad, de ejercitar su autodisciplina, y de tener el valor de discernir la santidad de H' y de reflejarla en las acciones que la Torá trae a la vida cotidiana.

"Bendito es el hombre que confía en H'", y no en los hombres...

Shabat shalom desde Sión,

Rab. Yerahmiel Barylka

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias Rabino por su comentario!