27 de diciembre de 2010

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Parashat Vaerá


La semana pasada hicimos algunos comentarios acerca del gran maestro y líder inigualable, Moshé la persona que nos va a guiar a lo largo de todo el libro Shemot –los nombres-.

En el comentario de Parashat Vaerá, vamos a preguntarnos el porqué de su elección como interlocutor de Faraón. ¿Por qué la persona "tarda en el habla y torpe de lengua", es elegida como el vocero del pueblo judío encargado de tramitar el Éxodo de los judíos de la tierra de Egipto y de la esclavitud? ¿Por qué Moshé, que pide repetidamente pruebas que es D-os quien lo envía, temeroso que Faraón no le va a oír, y no su hermano Aarón, mayor que él por tres años, obediente, que hace con verdadera alegría todo lo que le solicitan?

D-os le pide a Moshé tres veces antes que éste acepte el encargo de ir a ver a Faraón. En cada oportunidad el mandato es levemente distinto, y en cada una Moshé discute con D-os.

En estos diálogos descubrimos nuevas facetas de la personalidad apasionante de Moshé, que en primera instancia no acepta en ninguno de estos casos el mandato divino y busca las maneras de no cumplirlo, pese a que al final termina llevándolo acabo. ¿Es ese el modelo de relación que nosotros propugnamos con H' –el del diálogo y la recapacitación, o el ideal es en la obediencia inmediata?

La primera vez en que Moshé alega no poder cumplir con lo que D-os le pide es frente a la zarza ardiente. “Pero H’ siguió diciendo: —Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. Los he escuchado quejarse de sus capataces, y conozco bien sus penurias. Así que he descendido para librarlos del poder de los egipcios y sacarlos de ese país, para llevarlos a una tierra buena y espaciosa, tierra donde abundan la leche y la miel. Me refiero al país de los cananeos, hititas, amorreos, frizeos, jiveos y iebuseos” (Shemot 3: 7-8), a lo que Moshé responde, que en realidad teme a su propio pueblo, según lo que nos dice la Torá: “Moshé volvió a preguntar: — ¿Y qué hago si no me creen ni me hacen caso? ¿Qué hago si me dicen: "H’ no se te ha aparecido"? (4:1), y para no hablar con Faraón, alega otro argumento: “—Señor, yo nunca me he distinguido por mi facilidad de palabra —objetó Moshé—. Y esto no es algo que haya comenzado ayer ni anteayer, ni hoy que te diriges a este servidor tuyo. Francamente, me cuesta mucho trabajo hablar” (4:10). Moshé sabía que Faraón le iba a creer, por eso, al negarse, usa el argumento de sus dificultades en el habla. En ambos casos no se apura en obedecer.

En el siguiente encuentro: “H’ le había advertido a Moshé: «Cuando vuelvas a Egipto, no dejes de hacer ante Faraón todos los prodigios que te he dado el poder de realizar. Yo, por mi parte, endureceré su corazón para que no deje ir al pueblo. Entonces tú le dirás de mi parte a Faraón: "Israel es mi primogénito. Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo para que me rinda culto, pero tú no has querido dejarlo ir. Por lo tanto, voy a quitarle la vida a tu primogénito." » (4:21-23). Como que pidiéndole le informe lo que sucederá mucho tiempo después con la plaga de los primogénitos, como que eso ya estaba decidido plenamente. Pero, en ningún lado encontramos que Moshé le haya dado ese aviso a Faraón, ni que H’ le haya hablado acerca de las diez plagas, ni que esa comunicación tenga implícito o explícito el aviso que todos los primogénitos van a morir.

En el encuentro siguiente entre H’ y Moshé que tiene lugar después de la salvación de su hijo, leemos: “—Toma en cuenta —le dijo H’ a Moshé— que te pongo por D-os ante Faraón. Tu hermano Aarón será tu profeta” (7:1). ¿Qué significa que H’ pone a Moshé como dios ante Faraón?

Para intentar dar una respuesta a estos interrogantes, nos remitiremos a algunos versículos que todos conocemos muy bien, y que de alguna manera, aunque indirecta, nos llevan también al significado de su nombre, tal como lo desarrolláramos en nuestro comentario acerca de la parashá de los nombres –Shemot-.

“Ya en el camino, en una posada, H’ salió al encuentro de Moshé y quiso matarlo. Pero Tzipora, tomando un cuchillo de pedernal, le cortó el prepucio a su hijo; luego tocó los pies de Moshé con el prepucio y le dijo: «No hay duda. Tú eres para mí un esposo de sangre. Después de eso, H’ se apartó de Moshé. Pero Tzipora había llamado a Moshé «esposo de sangre» por causa de la circuncisión. H’ le dijo a Aarón: «Anda a recibir a Moshé en el desierto.» Aarón fue y se encontró con Moshé en la montaña de D-os, y lo besó” (4:24-27).

Moshé le debe la vida nuevamente a una mujer, esta vez a su esposa, la anterior a la hija de Faraón.

Y ese hombre, que fue niño criado en el palacio, tiene la sensibilidad de no poder ir a la casa de quien lo había adoptado, criado, educado y convertido en hombre, para anunciarle una desgracia. Ese respeto por la casa que lo hizo grande, le da el valor de enfrentarse incluso con D-os. Moshé quizás pensó: 'si alguien debe ir a enfrentar a Faraón, que sea otro'. Él no podía. Si no hubiera salido a defender a sus hermanos, quizás le hubieran coronado Faraón o por lo menos su segundo. Hubiera sido el nuevo Iosef.

Quizás en ello estriba la razón de la elección. Moshé, -el sacado de las aguas-, el salvado de la muerte cuando sus hermanos eran asesinados cruelmente, debe sobreponer el deseo tan normal de gratificar a su benefactor, porque Faraón era un asesino. Muchas veces se producen identificaciones afectivas con delincuentes y asesinos que en la relación con algunos de sus cercanos son generosos y hasta simpáticos, que impiden comprender racionalmente la gravedad de sus actos.

Moshé era el más cercano al rey y era su opuesto en acciones y en sentimientos. Allí está la prueba. Por ello nadie sino él, pese a su dificultad para hablar, debía tomar ese papel que H' le pide.

"Voy a quitarle la vida a tu primogénito", es la frase que Moshé entiende, quizás porque su propio hijo mayor estuvo a punto de perderla y la hija de Itró, fue quien le salvó. La otra, es que H' lo pone como D-os delante de su padre adoptivo. "No más lástima al tirano, -pudo entender Moshé- júzgalo por sus acciones como si fueras D-os".

La relación de H' con su pueblo es la de un verdadero padre con sus hijos. Y, Moshé, el elegido, comprende y actúa. Después de las dudas le vino la certeza. Después de la negación, la obediencia.

En ese momento, nace un libertador.

Shabat shalom, desde Sión.



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